Seguidores

martes, 11 de enero de 2011

Un regalo de Reyes


5 de enero 2011


Madrugada del 5 al 6 de enero.
Aquí estoy sentada, perpleja aún. Ni siquiera sé que puedo decir. A mi marido no le renuevan el contrato. Ha bajado el trabajo, y van a aprovechar para hacer reformas en la cocina y echar a unos cuantos, por lo menos hasta la primavera, o sea, abril.
Al principio me entró desánimo, ¡menudo regalo de Reyes!, pero a medida que pasaba la tarde empecé a mirarlo de otra manera. Que no se diga que no pongo en práctica todo lo que sé para que el stress y la depresión no entren en mi vida. Lo primero es mirarlo desde una perspectiva en la que no te veas involucrada, si no, es imposible.
No eres tú la que tiene que pagar la hipoteca, luz, agua, teléfono cada primero de mes, y darle de comer a una hija, amén de vestirla y calzarla (poco), y demás imprevistos que siempre surgen, que al frigorífico le cae muy mal, pues nunca está lleno, sino esa persona que ha adquirido todas esas responsabilidades casi sin darse cuenta, pero por propia iniciativa.
Una familia y una casa conllevan todo eso, y en contrapunto te trae amor y estabilidad a tu vida de alguna manera. Quizás sea mi familia la que me ayuda a mirarlo desde otro punto de vista.
Lejos quedan los días en los que me las manejaba sola, y dormía casi cada mes en un lugar distinto y en distintos países. Cuando no necesitaba nada porque de todo tenía, y no me refiero a material, no, pues hubo muchas veces en las que viví en chozas de pandanas, sin más muebles que una esterilla en el suelo y una hoguera por cocina.
Esa superviviente es la que queda dentro de mí, y a la que saco para poder ver a esta otra mujer aburguesada en la que me he convertido, pero a la que le quedan aún muchas fuerzas y ganas de vivir, y que todavía cuenta con su inteligencia y muchos otros valores para seguir adelante. Esta mujer ya no tiene a nadie que la valore por su pasado, pero sí tiene una hija que tendrá que valorarla por el futuro que le puede ofrecer.
Por eso después de trazarle un plan a esa mujer, esta otra que saco tan raramente, decide irse a casa de su amiga Marijose a cenar, con mi marido y mi hija. Sus dos hijas, Paula y Elena, su gato, Fito, y el viejo y cansado perro Scotty, son una buena compañía. Una rica cena preparada en compañía con un buen vino siempre ayudan a ver las cosas de otra manera.

Mi madrugada será menos dramática, simplemente escribo mientras pienso que este es el primer año en el que mi hija no tendrá sus regalos debajo del árbol. De repente se me ocurre una idea. Tengo muchas cosas para vender, le empaqueto varias cosas en bonitas cajas y bolsas plateadas, toalla, joyero, espuma de baño olor chicle, esponja de baño, cepillo de dientes, un desodorante perfumado, y un billete de 50€. ¡Gracias Oriflame una vez más! No he olvidado mi deuda. El regalo de Marijose y las niñas ya no está sólo bajo las iluminadas ramas del árbol. Mi niña tendrá sus reyes!
Así que ya sabemos, no merece la pena ahondar en el desespero, siempre sale una luz donde menos se espera, hay que disfrutar del momento, por poco que se tenga, ayuda a ver con claridad y a desear querer estar así siempre, y por eso, se lucha.
¡Visualiza lo que deseas y ponte a trabajar por ello, al final lo conseguirás!

No hay comentarios:

Publicar un comentario