Tostón de Tosantos |
¿Tosantos o Halloween
Según
he podido ver durante estos días atrás, hasta llegar a hoy, la fiesta que
celebramos en este día genera mucha controversia. Somos muchos los que apoyamos
nuestra tradicional celebración. Las castañas asadas, el popular tostón, como
se conoce en Málaga, almendras, nueces, sopas de ajos, boniatos asados en otras
épocas, y por supuesto, y siempre, un recuerdo especial a todos nuestros seres
queridos que ya nos dejaron, que se traduce en esas visitas a los cementerios de
cada pueblo, donde en estos días no faltarán las flores ni lápidas que brillen
como los chorros del oro, aunque algunas, a veces por descuido, y otras por
circunstancias, parezcan abandonadas desde siempre.
A los
que ya pasamos largamente de la treintena, estas fiestas nos parecen un tanto
chocantes, a pesar de que nuestros hijos, sobrinos y algunos hasta nietos, poco
a poco nos la hayan ido imponiendo, apoyados, claro está, por ese bombardeo
masivo de publicidad que nos disparan desde todos los ángulos, a los que hay que
añadir, restaurantes, discotecas y bares, deseosos en estos días de levantar un
poco el negocio, tan “achuchao” últimamente. Todos se preparan para celebrar
esta noche de la más “terrorífica” manera posible. Ya sea en forma de
disfraces, como también con menús, que recuerdan a algunos de los macabros
encuentros que se suelen dar en cualquier película de terror que se precie,
gusanos, ojos, dedos, arañas, y un sinfín de manjares truculentos que serán creados por las expertas manos de
cocineros en muchos de ellos.
En
verdad, esta fiesta es menos extraña en nuestras tierras de lo que pensamos,
pues no hay que olvidar de que por aquí también habitaron por un tiempo los
celtas. Los druidas, cuyo miembro más conocido por muchos de nosotros es
Panoramix, ese venerable druida de la
aldea gala, inventor de la poción mágica que hace invencibles a Asterix y Obelix en los cómics archiconocidos,
eran los sacerdotes de la población celta, que estuvieron extendidos por muchas
partes de Europa, y fueron sus ritos paganos, ya que eran politeístas, los que
iniciaron esta antiquísima celebración.
Realmente
eran ritos con oscuros propósitos, pues invocaban a Samahin, el dios de los
muertos, con el fin de conocer las predicciones para el futuro de los
invocantes, aunque también conmemoraban la entrada del año, que comenzaba el
primero de noviembre, ya que ellos, como muchos pueblos antiguos, comenzaban
sus ciclos temporales en la mitad oscura, el día terminaba con la caída del
sol, y la jornada siguiente comenzaba con la oscuridad de la noche, y según el
folklore, Halloween no es otra cosa que el comienzo del año oscuro, o sea, el
invierno boreal.
Al
pasar el tiempo, cuando los romanos procedieron a sus conquistas de tierras por
Europa, allá por el año 45 D.C, y llegaron a lugares como Irlanda o Escocia, se
anexionaron esta festividad, añadiéndole la invocación de Pomana, que no era
otra que la diosa de los árboles frutales, recordemos que en esta época se
estilaban dioses para casi cualquier cosa, pero no nos vayamos del tema.
Como
decía, la festividad de Pomona se celebraba el 31 de Octubre, que era más o
menos el inicio del otoño, y se organizaban estas fiestas en las que se
encendían fogatas, se bailaba, y entre invocaciones y recogidas de las cosechas,
se ponían morados de beber vino.
Luego,
más tarde, la iglesia católica cambió la fecha del día de los todos los santos,
que era en mayo, a octubre, haciéndola coincidir con el día de hoy, un día
antes del día de los difuntos, que es el primero de noviembre, y así convertir
una celebración totalmente pagana, en algo aprobado con beneplácito desde Roma.
Aunque
tiene una antigüedad de más de dos mil años, no empezó a celebrarse hasta mediados
del siglo XIX, cuando fue llevada por los emigrantes irlandeses y escoceses
hasta el nuevo continente.
El nombre Halloween es una composición derivada
de la expresión inglesa “ALL Hallows Eve”, lo que significa “víspera o vigilia
de todos los santos”.
El origen de las calabazas de Halloween se forma a través de una leyenda irlandesa del siglo XVIII, en la que cuenta la historia de Juan el tacaño, un personaje malvado, flojo, borrachín y jugador, que siempre andaba incordiando a todo el pueblo. Un día mientras que estaba tumbado bajo su viejo roble de siempre, se le apareció el diablo, con la intención de llevárselo al infierno, pero Juan el tacaño lo desafió a que subiera al árbol primero, y cuando estuvo arriba, dibujó una cruz en el tronco que le impedía bajar. El trato fue que le dejaría bajar si dejaba de tentarlo con el juego, la bebida y la holgazanería.
Cuando Juan murió, no le dejaron entrar en el infierno, por haber engañado al diablo, ni en el
cielo, por su vida anterior, pero apiadándose de él, le entregaron un carbón encendido que llevaba
dentro de un nabo hueco, para poder iluminar su camino entre los reinos del
bien y del mal. Desde entonces se le
conoce como Juan Linterna, o su expresión
más correcta, en inglés, Jack-o-lantern.
En la vieja Irlanda se usaban los nabos huecos,
pero al emigrar al nuevo continente, descubrieron que había más calabazas que
nabos, y además eran más grandes y más fáciles de tallar, y a partir de allí,
se empezaron a usar las calabazas huecas para el día de Halloween, con una vela
dentro, ya que en este día, se dice que la puerta que separa el mundo de los
vivos del más allá se abre, y brujas,
duendes y espíritus, se dedican a recorrer la tierra, y a visitar las casas de
sus familiares, quienes gracias a esta tradición, podrán dormir tranquilos esa
noche y no tener pesadillas.
En
cuanto a la costumbre de salir a pedir por las casas dulces y chucherías, el
típico, truco o trato, es una costumbre añadida más tarde a esta celebración, y
tiene que ver con el día dos de noviembre,
el día de las almas, que se celebraba en Europa desde el siglo IX, en el
que los cristianos iban pidiendo por las calles “tortas de alma”, que eran
trozos de pan dulce, que se entregaban a cambio de que rezaran por las almas de
los familiares fallecidos.
Por
eso, en esta noche cuando vampiros, brujas, demonios, zombies, ogros, momias,
hombres lobos y monstruos varios, desfilen por calles, casas y negocios, no nos
olvidemos del respeto a cualquiera de las tradiciones, y miremos a esta
celebración, no como una intrusa que entra a contaminar nuestra cultura, sino
como una fiesta más, en la que reír y disfrutar, que buena falta nos hace, y no
critiquemos a nuestros jóvenes, que lo único que pretenden es divertirse un rato, y dejen que los niños vayan
por las casas vecinas relatando las palabras más oídas…¡truco o trato!
Calabaza de Halloween dibujada por mí |