Mujeres en Indonesia, Óleo sobre lienzo 60X80 Obra propia |
-¡No
me creo que llames desde el pueblo!
Esas
fueron tus primeras palabras, como si no hubiesen pasado catorce años. Claro
que tú sabías que iba a volver, a pesar de los años y de la distancia, porque del
olvido de aquellos años había quedado constancia y el recuerdo de los sentidos permanecía
allí. A mediados de los noventa aún seguía creyendo en utopías, y el mundo cercano
de un festival de rock fue lo más cercano a ellas que pude tener.
Supe de ti que
habías nacido allí, que tu nombre era Rosaura, y que olías a uvas y a mosto
fresco.
No nos separamos en la semana del festival. Y nos despedimos sin
promesas, casi con un hasta nunca, después de haberte escrito mi nombre y
dirección en una servilleta de papel. Nunca más regresé al festival, y mucho
menos al pueblo. Tuve el accidente durante
mi regreso, y tuve que aprender a vivir sin piernas. No me acuerdo si te
recordé en estos años, probablemente sí, pero como en una nebulosa de lo que
había sido mi vida anterior.
Así, hasta que recibí tu carta, con la foto. Esa
foto de un chaval alto, con el cabello del color del trigo tostado de estos
campos, y ojos como la hoja de los viñedos que lo rodean.
Tiene unos catorce años, y mira de frente, con
la misma mirada que un día tuve a su edad, y él es la razón de que te llame
desde tu pueblo.
@ Copyright Lola Orcha Soler
I Concurso Microrrelatos El Bulle 2011
que bonitaaaaaaaaaaaaaaaaaa lola me gusta un beso
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