Por Amaia Egaña |
Amaia también se marchó
Hoy
me había sentido bastante animada durante toda la mañana. No ha sido por nada
especial, al medio día bajé a la calle en medio del descanso de las aguas
torrenciales de estos días, que ha sido eso, un descanso, porque ahora mismo,
en la madrugada, sigue lloviendo con tanta fuerza como ayer. Pasé por un banco
y luego recogí a mi niña del autobús, cosa que normalmente hace su padre solo,
y en el intervalo visité la pizzería de mi amiga.
Hasta
ahí nada hacía presagiar el resto de acontecimientos que se sucederían, y que
conste que sigo mirando la vida de una forma positiva, pero ha habido un punto
de inflexión en mis quehaceres cotidianos que me han hecho pensar seriamente en
mi verdadera situación, la económica y la otra, la espiritual.
Cada
día, al despertarme, me hago el firme propósito de que pase lo que pase tengo
que aceptarlo y tratar de verlo desde todos los prismas posibles, y si se
puede, reírme de lo que sea, o al menos, echarle una sonrisa. Algunas veces son
facturas que se cuelan en el correos, o cartas amenazantes del banco
señalándote que debes una letra más de la hipoteca, últimamente también, cartas
del hospital recordándote que se acerca la fecha de las segundas pruebas para
comprobar que todo sigue en orden, una especie de ITV después del cáncer de
mama, que tendré que pasar de momento cada seis meses, y durante cuatro años
más, pero que sigue provocándome escalofríos cuando recuerdo los largos y duros
meses vividos.
Como
decía, eran las tres y piquito cuando hemos llegado a la casa, y aunque
normalmente almorzamos a esa hora y no ponemos las noticias, sino los dibujitos
de Scooby Doo, que mi niña sigue adorando, hoy al haberme bajado yo también a
recogerla no ha sido así, la comida no estaba lista y puse las noticias
mientras trasteaba en la cocina.
Me
impactó muchísimo, enseguida me identifiqué con ella, Amaia, la mujer de
Barakaldo que hoy se quitaba la vida antes de abandonar su casa por un nuevo
desahucio. Una nueva muerte provocada por la angustia de pensar que una vez
pierdes tu casa, por la que tanto has luchado, ¿que te queda luego? si ni
siquiera te dejarán levantar cabeza nunca más.
Otra
historia más en la que la victima no dio a conocer a nadie su verdadera
situación, ya que nadie ni siquiera la imaginaba,
ni el alcance de la misma, que los había llevado hasta un nuevo y desgraciado
desahucio más.
Creo
que la misma conmoción que sacudió la calle esta mañana al conocerse la
noticia, ha sido la que me ha golpeado a mí, pues en verdad me siento muy
preocupada por mi tema.
No
voy a ahondar más en la situación económica que llevamos sufriendo en mi casa
desde hace cuatro años, pero hasta el mes de octubre del año pasado, cuando mi
marido una vez más se quedó sin trabajo, y sin posibilidad de buscarlo por mi
delicado estado de salud, estuvimos luchando por pagar la hipoteca, a costa de
quedarnos sin comer, sólo a través de comedores sociales, Cáritas, la iglesia,
amigos, y no se que más, lográbamos sobrevivir.
Pero
ya, desde el mes siguiente no pudimos hacer frente a las letras, y ahora hará
un año que no hemos podido hacer frente a ningún pago más. El banco, o sea, mi
banco, que no es otro que Bankia, antes Bancaja, me ofreció la dación en pago
en el mes de abril, si les entregaba la casa en un mes, me quedaba limpia de
deudas, todo ofrecido dentro de la mayor amabilidad y comprensión por nuestra
situación, y como una concesión especial.
Aceptamos la oferta y nos dispusimos a investigar la
forma de poder alquilar una casa, que no bajaban de los quinientos euros, no
teníamos ni para la fianza, ni para pagar un alquiler, y en esa disyuntiva
estábamos cuando saltó el escándalo de Bankia, y comprendimos la urgencia del
banco en que entregásemos nuestra casa con tanta premura. Una nueva visita nos
alargó el plazo, y le pedí que estudiase la forma de poder pagar sólo
quinientos euros mientras que nuestra situación mejorase. Respuesta vaga de
estudiarlo, y nada más. Ya luego, recibimos una carta en la que se nos
comunica que pasarán al proceso judicial,
y ni una noticia más desde entonces. Al banco hemos vuelto, pero ya la última
vez, la otrora amabilidad del director se ha convertido en una crispación y una
desazón de no saber que decirme, cinco días para que les entregase la llave y
ya luego se estudiarían si me daban la dación en pago.
Así
que en esas estamos, ellos desesperados porque yo me vaya de la casa. Yo,
pensando, que eventualmente me llegará el juicio y la orden de desalojo, y que
no tendrán en cuenta que toda esta situación se ha originado por culpa de mi enfermedad,
por la situación laboral en el país, por una crisis en la que ellos han
colaborado con ahínco; nada de eso, para ellos no soy nada más que un montón de
ladrillos, del que tienen que adueñarse sea como sea.
Con
todos estos pensamientos llegó las siete de la tarde, y decidí que iría a echar
uno de esos euromillones, que hacía mucho tiempo que no jugaba, quizás tenga
suerte y gane para solucionar mis problemas y los de mucha gente, y con esas
llegué al pueblo. Me encontré con una amiga, a la que hace mucho que no veía y
a la que quiero mucho, le pregunté por nuestros amigos comunes, y me dio una
noticia muy triste. Alguien a quien las dos queremos mucho, está pasando por
unos momentos muy duros y crueles, su cuerpo batalla contra la maldita lacra
del cáncer, y lo tiene muy difícil. Sabemos que es una persona luchadora, y que
no se dejará vencer tan fácilmente, está rodeada de toda su familia, y de
muchos amigos que la queremos, y que todavía creemos en los milagros. Y ha sido
esta noticia la que ha cambiado por completo el impacto que me produjo la
pérdida de esa vida por culpa de un desahucio, mi actitud derrotista de horas
antes se desvaneció por completo.
De
repente lo veo todo más claro, sí merece la pena luchar, por mi casa que tanto trabajo sudor y
lágrimas nos ha costado a mi marido y a mí por mantenerla, por mi niña, para
que al menos durante su adolescencia no tenga que preocuparse de donde va a
vivir, por todos aquellos que están en mi misma situación, y porque se cambien
las leyes.
Ahora
el gobierno dice que va a cambiar la ley, que no va a haber más desahucios,
y yo sigo esperanzada de que a mí no me va a tocar, y el lunes iré a hablar con
mi banco y tendrá que ofrecerme una solución, porque si sigo con esta espada de
Damocles sobre mi cabeza, en la que se ha convertido mi querido hogar, no podré
estar al cien por cien cuando vaya a pasar las pruebas. Y eso, señores, es un
lujo que no me puedo permitir, por mi hija, por mi marido, y por las muchas
cosas que me quedan por vivir. Así que termino este post con un grito de
alegría y rompo una lanza para que no haya mas noticias como las que nos han
contado hoy, y porque mi amiga salga adelante.
¡No
se olviden de ponerse los zapatos de tacón y salir a pisotear la tristeza!
¡Om
Mani Padme Hum!
Hola. Es una situación verdaderamente desesperante que conmociona, no sólo a los españoles, sino a todo el que sigue de cerca los acontecimientos de la madre patria. Para ti Lola, un abrazo. Y fuerzas y mucha suerte junto a tu familia.
ResponderEliminarMI QUERIDA LOLA CUANDO CAMBIEN LA LEY SE COMENTA QUE LE DEVOLVERAN LA CVIDA A LOS QUE SE HAN SUICIDADO PORQUE LES TIRABAN CON FUERZAS DE LOS COJONES MALDITOS TODOS LOS CULPABLES MIERDA PAL USURERO
ResponderEliminar