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viernes, 9 de noviembre de 2012

¡Ni un Desahucio más!

Por Amaia Egaña

Amaia también se marchó

Hoy me había sentido bastante animada durante toda la mañana. No ha sido por nada especial, al medio día bajé a la calle en medio del descanso de las aguas torrenciales de estos días, que ha sido eso, un descanso, porque ahora mismo, en la madrugada, sigue lloviendo con tanta fuerza como ayer. Pasé por un banco y luego recogí a mi niña del autobús, cosa que normalmente hace su padre solo, y en el intervalo visité la pizzería de mi amiga.
Hasta ahí nada hacía presagiar el resto de acontecimientos que se sucederían, y que conste que sigo mirando la vida de una forma positiva, pero ha habido un punto de inflexión en mis quehaceres cotidianos que me han hecho pensar seriamente en mi verdadera situación, la económica y la otra, la espiritual.
Cada día, al despertarme, me hago el firme propósito de que pase lo que pase tengo que aceptarlo y tratar de verlo desde todos los prismas posibles, y si se puede, reírme de lo que sea, o al menos, echarle una sonrisa. Algunas veces son facturas que se cuelan en el correos, o cartas amenazantes del banco señalándote que debes una letra más de la hipoteca, últimamente también, cartas del hospital recordándote que se acerca la fecha de las segundas pruebas para comprobar que todo sigue en orden, una especie de ITV después del cáncer de mama, que tendré que pasar de momento cada seis meses, y durante cuatro años más, pero que sigue provocándome escalofríos cuando recuerdo los largos y duros meses vividos.
Como decía, eran las tres y piquito cuando hemos llegado a la casa, y aunque normalmente almorzamos a esa hora y no ponemos las noticias, sino los dibujitos de Scooby Doo, que mi niña sigue adorando, hoy al haberme bajado yo también a recogerla no ha sido así, la comida no estaba lista y puse las noticias mientras trasteaba en la cocina.
Me impactó muchísimo, enseguida me identifiqué con ella, Amaia, la mujer de Barakaldo que hoy se quitaba la vida antes de abandonar su casa por un nuevo desahucio. Una nueva muerte provocada por la angustia de pensar que una vez pierdes tu casa, por la que tanto has luchado, ¿que te queda luego? si ni siquiera te dejarán levantar cabeza nunca más.
Otra historia más en la que la victima no dio a conocer a nadie su verdadera situación, ya que nadie ni siquiera  la imaginaba, ni el alcance de la misma, que los había llevado hasta un nuevo y desgraciado desahucio más.
Creo que la misma conmoción que sacudió la calle esta mañana al conocerse la noticia, ha sido la que me ha golpeado a mí, pues en verdad me siento muy preocupada por mi tema.
No voy a ahondar más en la situación económica que llevamos sufriendo en mi casa desde hace cuatro años, pero hasta el mes de octubre del año pasado, cuando mi marido una vez más se quedó sin trabajo, y sin posibilidad de buscarlo por mi delicado estado de salud, estuvimos luchando por pagar la hipoteca, a costa de quedarnos sin comer, sólo a través de comedores sociales, Cáritas, la iglesia, amigos, y no se que más, lográbamos sobrevivir.
Pero ya, desde el mes siguiente no pudimos hacer frente a las letras, y ahora hará un año que no hemos podido hacer frente a ningún pago más. El banco, o sea, mi banco, que no es otro que Bankia, antes Bancaja, me ofreció la dación en pago en el mes de abril, si les entregaba la casa en un mes, me quedaba limpia de deudas, todo ofrecido dentro de la mayor amabilidad y comprensión por nuestra situación, y como una concesión especial.
Aceptamos  la oferta y nos dispusimos a investigar la forma de poder alquilar una casa, que no bajaban de los quinientos euros, no teníamos ni para la fianza, ni para pagar un alquiler, y en esa disyuntiva estábamos cuando saltó el escándalo de Bankia, y comprendimos la urgencia del banco en que entregásemos nuestra casa con tanta premura. Una nueva visita nos alargó el plazo, y le pedí que estudiase la forma de poder pagar sólo quinientos euros mientras que nuestra situación mejorase. Respuesta vaga de estudiarlo, y nada más. Ya luego, recibimos una carta en la que se nos comunica  que pasarán al proceso judicial, y ni una noticia más desde entonces. Al banco hemos vuelto, pero ya la última vez, la otrora amabilidad del director se ha convertido en una crispación y una desazón de no saber que decirme, cinco días para que les entregase la llave y ya luego se estudiarían si me daban la dación en pago.
Así que en esas estamos, ellos desesperados porque yo me vaya de la casa. Yo, pensando, que eventualmente me llegará el juicio y la orden de desalojo, y que no tendrán en cuenta que toda esta situación se ha originado por culpa de mi enfermedad, por la situación laboral en el país, por una crisis en la que ellos han colaborado con ahínco; nada de eso, para ellos no soy nada más que un montón de ladrillos, del que tienen que adueñarse sea como sea.
Con todos estos pensamientos llegó las siete de la tarde, y decidí que iría a echar uno de esos euromillones, que hacía mucho tiempo que no jugaba, quizás tenga suerte y gane para solucionar mis problemas y los de mucha gente, y con esas llegué al pueblo. Me encontré con una amiga, a la que hace mucho que no veía y a la que quiero mucho, le pregunté por nuestros amigos comunes, y me dio una noticia muy triste. Alguien a quien las dos queremos mucho, está pasando por unos momentos muy duros y crueles, su cuerpo batalla contra la maldita lacra del cáncer, y lo tiene muy difícil. Sabemos que es una persona luchadora, y que no se dejará vencer tan fácilmente, está rodeada de toda su familia, y de muchos amigos que la queremos, y que todavía creemos en los milagros. Y ha sido esta noticia la que ha cambiado por completo el impacto que me produjo la pérdida de esa vida por culpa de un desahucio, mi actitud derrotista de horas antes se desvaneció por completo.
De repente lo veo todo más claro, sí merece la pena luchar,  por mi casa que tanto trabajo sudor y lágrimas nos ha costado a mi marido y a mí por mantenerla, por mi niña, para que al menos durante su adolescencia no tenga que preocuparse de donde va a vivir, por todos aquellos que están en mi misma situación, y porque se cambien las leyes.
Ahora el gobierno dice que va a cambiar la ley, que no va a haber más desahucios, y yo sigo esperanzada de que a mí no me va a tocar, y el lunes iré a hablar con mi banco y tendrá que ofrecerme una solución, porque si sigo con esta espada de Damocles sobre mi cabeza, en la que se ha convertido mi querido hogar, no podré estar al cien por cien cuando vaya a pasar las pruebas. Y eso, señores, es un lujo que no me puedo permitir, por mi hija, por mi marido, y por las muchas cosas que me quedan por vivir. Así que termino este post con un grito de alegría y rompo una lanza para que no haya mas noticias como las que nos han contado hoy, y porque mi amiga salga adelante.
¡No se olviden de ponerse los zapatos de tacón y salir a pisotear la tristeza!
¡Om Mani Padme Hum!


2 comentarios:

  1. Hola. Es una situación verdaderamente desesperante que conmociona, no sólo a los españoles, sino a todo el que sigue de cerca los acontecimientos de la madre patria. Para ti Lola, un abrazo. Y fuerzas y mucha suerte junto a tu familia.

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  2. MI QUERIDA LOLA CUANDO CAMBIEN LA LEY SE COMENTA QUE LE DEVOLVERAN LA CVIDA A LOS QUE SE HAN SUICIDADO PORQUE LES TIRABAN CON FUERZAS DE LOS COJONES MALDITOS TODOS LOS CULPABLES MIERDA PAL USURERO

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