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miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Tosantos o Halloween?

Tostón de Tosantos

¿Tosantos o Halloween
Según he podido ver durante estos días atrás, hasta llegar a hoy, la fiesta que celebramos en este día genera mucha controversia. Somos muchos los que apoyamos nuestra tradicional celebración. Las castañas asadas, el popular tostón, como se conoce en Málaga, almendras, nueces, sopas de ajos, boniatos asados en otras épocas, y por supuesto, y siempre, un recuerdo especial a todos nuestros seres queridos que ya nos dejaron, que se traduce en esas visitas a los cementerios de cada pueblo, donde en estos días no faltarán las flores ni lápidas que brillen como los chorros del oro, aunque algunas, a veces por descuido, y otras por circunstancias, parezcan abandonadas desde siempre.
A los que ya pasamos largamente de la treintena, estas fiestas nos parecen un tanto chocantes, a pesar de que nuestros hijos, sobrinos y algunos hasta nietos, poco a poco nos la hayan ido imponiendo, apoyados, claro está, por ese bombardeo masivo de publicidad que nos disparan desde todos los ángulos, a los que hay que añadir, restaurantes, discotecas y bares, deseosos en estos días de levantar un poco el negocio, tan “achuchao” últimamente. Todos se preparan para celebrar esta noche de la más “terrorífica” manera posible. Ya sea en forma de disfraces, como también con menús, que recuerdan a algunos de los macabros encuentros que se suelen dar en cualquier película de terror que se precie, gusanos, ojos, dedos, arañas, y un sinfín de manjares truculentos  que serán creados por las expertas manos de cocineros en muchos de ellos.
En verdad, esta fiesta es menos extraña en nuestras tierras de lo que pensamos, pues no hay que olvidar de que por aquí también habitaron por un tiempo los celtas. Los druidas, cuyo miembro más conocido por muchos de nosotros es Panoramix, ese venerable druida de la  aldea gala, inventor de la poción mágica que hace invencibles a  Asterix y Obelix en los cómics archiconocidos, eran los sacerdotes de la población celta, que estuvieron extendidos por muchas partes de Europa, y fueron sus ritos paganos, ya que eran politeístas, los que iniciaron esta antiquísima celebración.
Realmente eran ritos con oscuros propósitos, pues invocaban a Samahin, el dios de los muertos, con el fin de conocer las predicciones para el futuro de los invocantes, aunque también conmemoraban la entrada del año, que comenzaba el primero de noviembre, ya que ellos, como muchos pueblos antiguos, comenzaban sus ciclos temporales en la mitad oscura, el día terminaba con la caída del sol, y la jornada siguiente comenzaba con la oscuridad de la noche, y según el folklore, Halloween no es otra cosa que el comienzo del año oscuro, o sea, el invierno boreal.
Al pasar el tiempo, cuando los romanos procedieron a sus conquistas de tierras por Europa, allá por el año 45 D.C, y llegaron a lugares como Irlanda o Escocia, se anexionaron esta festividad, añadiéndole la invocación de Pomana, que no era otra que la diosa de los árboles frutales, recordemos que en esta época se estilaban dioses para casi cualquier cosa, pero no nos vayamos del tema.
Como decía, la festividad de Pomona se celebraba el 31 de Octubre, que era más o menos el inicio del otoño, y se organizaban estas fiestas en las que se encendían fogatas, se bailaba, y entre invocaciones y recogidas de las cosechas, se ponían morados de beber vino.
Luego, más tarde, la iglesia católica cambió la fecha del día de los todos los santos, que era en mayo, a octubre, haciéndola coincidir con el día de hoy, un día antes del día de los difuntos, que es el primero de noviembre, y así convertir una celebración totalmente pagana, en algo aprobado con beneplácito desde Roma.
Aunque tiene una antigüedad de más de dos mil años, no empezó a celebrarse hasta mediados del siglo XIX, cuando fue llevada por los emigrantes irlandeses y escoceses hasta el nuevo continente.
El nombre Halloween es una composición derivada de la expresión inglesa “ALL Hallows Eve”, lo que significa “víspera o vigilia de todos los santos”. 

El origen de las calabazas de Halloween se forma a través de una leyenda irlandesa del siglo XVIII, en la que cuenta la historia de Juan el tacaño, un personaje malvado, flojo, borrachín y jugador, que siempre andaba incordiando a todo el pueblo. Un día mientras que estaba tumbado bajo su viejo roble de siempre, se le apareció el diablo, con la intención de llevárselo al infierno, pero Juan el tacaño lo desafió a que subiera al árbol primero, y cuando estuvo arriba, dibujó una cruz en el tronco que le impedía bajar. El trato fue que le dejaría bajar si dejaba de tentarlo con el juego, la bebida y la holgazanería.
Cuando Juan murió, no le dejaron entrar en el infierno, por haber engañado al diablo, ni en el cielo, por su vida anterior, pero apiadándose de él, le entregaron un carbón encendido que llevaba dentro de un nabo hueco, para poder iluminar su camino entre los reinos del bien y del mal. Desde entonces se le conoce como Juan Linterna,  o su expresión más correcta, en inglés, Jack-o-lantern.
 En la vieja Irlanda se usaban los nabos huecos, pero al emigrar al nuevo continente, descubrieron que había más calabazas que nabos, y además eran más grandes y más fáciles de tallar, y a partir de allí, se empezaron a usar las calabazas huecas para el día de Halloween, con una vela dentro, ya que en este día, se dice que la puerta que separa el mundo de los vivos del más allá se abre, y  brujas, duendes y espíritus, se dedican a recorrer la tierra, y a visitar las casas de sus familiares, quienes gracias a esta tradición, podrán dormir tranquilos esa noche y no tener pesadillas.

En cuanto a la costumbre de salir a pedir por las casas dulces y chucherías, el típico, truco o trato, es una costumbre añadida más tarde a esta celebración, y tiene que ver con el día dos de noviembre,  el día de las almas, que se celebraba en Europa desde el siglo IX, en el que los cristianos iban pidiendo por las calles “tortas de alma”, que eran trozos de pan dulce, que se entregaban a cambio de que rezaran por las almas de los familiares fallecidos.

Por eso, en esta noche cuando vampiros, brujas, demonios, zombies, ogros, momias, hombres lobos y monstruos varios, desfilen por calles, casas y negocios, no nos olvidemos del respeto a cualquiera de las tradiciones, y miremos a esta celebración, no como una intrusa que entra a contaminar nuestra cultura, sino como una fiesta más, en la que reír y disfrutar, que buena falta nos hace, y no critiquemos a nuestros jóvenes, que lo único que pretenden es  divertirse un rato, y dejen que los niños vayan por las casas vecinas relatando las palabras más oídas…¡truco o trato!



Calabaza de Halloween dibujada por mí

1 comentario:

  1. a mi no me gusta halloguin hace dos años aqui en el face lo celebramos con muchas ganas y ahora nadie se acuerda los niños se apuntan a todo me encanta como lo has contado todo mi lolita un beso

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