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lunes, 22 de octubre de 2012

Y sin embargo...amigos!

La soledad se disipa cuando estás junto al mar.
Una playa de la India

Y sin embargo amigo…
Hoy, domingo me puse a limpiar el trastero de viejas revistas, bueno, en realidad una colección del País Semanal, que acumulé cuando todavía podía comprar el periódico, ahora, aunque pueda leerlo en Internet, ya no es lo mismo, no se huele la tinta fresca a través de la pantalla.
Me tropiezo con un fabuloso artículo escrito por Juan Cruz, “Y sin embargo amigo…” es del pasado 15 de marzo de 2009. No es muy actual el artículo en sí, pero sí el tema, los amigos, eso siempre está de moda en todos los tiempos, y más estos días.

¡Ah! Los amigos. En los casi 17 años que llevo residiendo en esta parte del mundo, por elección propia, ya que después de tantísimos años de estancia en el extranjero, necesitaba un lugar más cosmopolita para vivir que mi pueblo gaditano, puedo y debo decir que tengo muchísimos, a mí eso de que conocidos muchos y amigos pocos, nunca me ha cuadrado mucho, pues el nivel de amistad va variando con la vida, y por las circunstancias, queramos o no.

En todos estos años de nueva convivencia con mis paisanos españoles he pasado por muchos niveles de amistad, creo que por casi todos, condicionado siempre por el ambiente, las zonas donde he vivido, los amores que me acompañaron o el nivel de trabajo que he tenido.
Tengo amigos que conservo desde que llegué, otros casi desde que nací, y muchos otros con los que perdí el contacto pero sé que están bien y que siguen ahí, y por supuesto, cientos de amigos que conocí en mí deambular por el mundo, que comprenden muchísimas nacionalidades, a los que gracias al fantástico invento de las redes sociales sigo la pista en muchos rincones del planeta.

No es fácil vivir en la Costa del Sol, donde todo lo que pasa está en el ojo público la mayor parte del tiempo, quizás sea por eso por lo que muchos de sus habitantes tratan la amistad más como una moneda al uso. Todo depende de a quien conoces y en el círculo donde te mueves. Así será considerado el nivel de amistad que puedas llegar a tener con nadie. Huelga decir que siempre hay excepciones, pero aún así, esta bendita crisis que nos ha tocado vivir acaba con muchas de las buenas intenciones de muchos amigos.

Mi personalidad es bastante ruidosa, o estoy totalmente desaparecida una larga temporada, perdida en uno mis numerosos relatos, o simplemente pintando o leyendo en una faceta contemplativa. Y de repente, aparezco por todos los saraos, totalmente exuberante de felicidad y con tres mil proyectos nuevos que estoy deseando contar.
Nunca tuve un término medio, y reconozco que siempre he sido un poco apabullante, rayando en lo petulante a veces, pero es que me he pasado una gran parte de mi vida viviendo en recónditos lugares perdidos allá por los mares del Sur, también en el Asia más profunda, pasando por las cálidas tierras cubanas allá en el Caribe, y claro, eso marca, amén de que desde mi llegada pocos viajes y cosas fantásticas me han pasado, exceptuando el nacimiento de mi hija hace ya catorce años, así que quizás, lo reconozco, soy bastante reiterativa con el tema de mis viajes.

Pero claro, vuelvo al tema de las circunstancias, la amistad y la crisis, esa maldita crisis que tanto desgasta, ya no sólo porque nos invaden a diario desde todos los rincones con palabras como rescate, prima de riesgo, deuda, desahucios, manifestación, huelgas, sino por que es tanta la cercanía de las imágenes de los problemas de nuestro achuchado país, que ya somos muchos los que vemos, demasiado a menudo, a muchos amigos siendo arrojados a la calle desde sus propias casas.
Nos sorprendemos, porque claro, a ver como le dices a un amigo de toda la vida, o de unos años, que quizás está en tu misma situación, que estás a punto del desahucio, que no tienes para comer, o para comprarle unos zapatos a tus hijos o libros, para pagar la luz, el agua, que comes gracias a los comedores sociales y a organizaciones de ayuda, y que sobrevives básicamente gracias a la ayuda de los tres o cuatro incondicionales amigos que siguen estando a tu lado a pesar de todo, unos porque pueden y otros porque con gran esfuerzo logran meterte en sus también maltrechas economías.
Antes, los amigos nos llamábamos para casi cualquier cosa, para organizar una fiesta, una barbacoa, una reunión para hablar sobre nimiedades, comentar algún libro, y de pronto, todo eso se desvanece. Según van desapareciendo las actividades sociales de tu agenda, van desapareciendo los amigos con ellas, luego, te quedas sin teléfono fijo, y el móvil una excusa perfecta, demasiado caro para que te llamen, todo el mundo está afectado, y cuando vienes a darte cuenta, estás en el borde del precipicio y no hay nadie a tu alrededor a quien contarle nada, ni siquiera te queda el consuelo de Internet, no hay línea, ni wifi.

Y aquí es donde entra en juego la amistad, no podemos ni debemos olvidarnos de todos aquellos que por circunstancias se han alejado de nuestras vidas, no sabemos realmente lo que ocurre detrás de cada puerta de los hogares de muchos amigos, pero de una cosa sí podemos estar seguros, cuando te encuentres a uno de ellos en la cola del paro, o en la puerta de los comedores sociales, no lo ignores, aunque sepas que él pretende no haberte visto, seguro que está esperando esa mano amiga que se apoye en su hombro y al menos le diga:
- ¿Qué pasó amigo?, ¡aquí estoy contigo!

Así que ya saben, por todo esto, yo seguiré siendo reiterativa con el tema de mis viajes, de mis libros, mis cuadros, mi cocina, mi yoga, mi meditación, mis chistes, y desde aquí, vaya por delante mi más sincero agradecimiento a ¡Todos! mis numerosos amigos, y a todos mis conocidos, que sin embargo, no dejan de ser también amigos.







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