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lunes, 8 de octubre de 2012

La primera vez

Mi pequeño altar de Buda,
 la Virgen María y Ghandi, en un rincón de mi casa

Todos hemos pasado por alguna "primera vez", y esta sería la primera vez que yo me hacía una exploración de este tipo, y como es de suponer, la preocupación, aunque intentase no demostrarla iba por dentro,  y era claro que no paré de preguntar como sería el proceso, todo un misterio hasta entonces en mi vida, ya que , la verdad, nunca tuve la menor curiosidad ni siquiera para mirar una máquina.  Mis amigas, todas veteranas “mamógrafas”, quienes ya se las habían hecho muchas veces, me dijeron que eso no dolía nada, que era rápido, y que casi no me daría cuenta. Se equivocaron, o me mintieron.

Era imposible que no doliese, las tetas, por muy flexibles que sean no son de goma, sino de carne y músculos, y tejido, y al menos las mías, siempre habían sido tratadas con muchísimo cariño, y aquella monstruosidad de aparato, frío y duro, se alzaba imponente a un lado de la inhóspita habitación, amenazador y desabrido

-¡Quítate la parte de arriba y los pendientes y cadenas que lleves y lo dejas en ese cuartito!
La voz de Adela, que así se llamaba la enfermera que salió de detrás de la otra puerta de la sala me sobresaltó, y un sudor frío me recorrió las manos.
Sonreí ampliamente y después de preguntarle su nombre le pedí por favor que me dejase relajarme un momento, que estaba muy nerviosa.
-¡Anda! no te preocupes mujer, que terminamos enseguida y no es nada.
-¡Ya! Probablemente no lo sea, pero impresiona mucho la maquinaria, y seguro que algo tiene que molestar.
Le hablaba a la enfermera mientras me desvestía, y por primera vez también pensé en que mi miedo no era tanto a las máquinas como a lo que me iba a encontrar, porque yo sabía que me encontraban algo, era una especie de intuición, y allí mismo decidí que fuese lo que fuese tendría que enfrentarme a ello sin vacilar ni un momento.
-Primero la derecha - me dijo Adela, mientras que con sus dos pequeñas manos me agarró el pecho y lo puso sobre la fría plataforma del mamógrafo -¡No te muevas ahora! - mientras miraba hacia la pantalla que estaba al lado.
Mientras que la plancha apretaba fuertemente, casi cortándome la respiración, y a través de las lágrimas que se me saltaron, miré fijamente a la imagen que enseñaba los conductos más profundos dentro de mi mama, ahí no veía nada, era la derecha. Adela maniobró una vez más con la misma y acto seguido mientras me sujetaba por un hombro puso esta vez el pecho izquierdo debajo de la pesada plancha.

-¿De donde eres? - ante mi nerviosismo y mi cara de preocupación, Adela intentó relajarme - ¡no te preocupes, yo hago esto muchas veces y la mayoría de las veces no es nada mujer!!
-Es que es en este pecho donde me he notado el bultito. -fue mi aterrada respuesta.
-¿Ah sí? ¡Dime por dónde! - pero ya ella lo había colocado en la postura ideal para verlo y creo que nada más posarse la plancha sobre él ya yo lo había visto. Allí estaba, como una pequeña chincheta, uno solo, amenazante, en la parte baja, cerca de la axila.
-¿Eso que es? Un tumor ¿no? - recuerdo que fue lo primero que le dije.

Luego, ya casi no podía hablar más, en ese pecho me hizo cuatro placas, o sea que sentí el horrible apretón del metal cuatro veces más, y la imagen del punto en el mismo sitio que se repetía en todas me confirmó en ese mismo momento mis sospechas, no sé por qué, pero aquello era un cáncer.
De repente, todo el stress de los últimos años pareció evaporarse, ahora tenía que preocuparme de lo verdaderamente importante, fuese lo que fuese.
Lógicamente la enfermera no me podía decir nada, los radiólogos tendrían que ver las placas y si consideraban que algo era sospechoso me llamarían para ampliar las pruebas, normalmente en una semana, pero sino recibía ninguna llamada era que todo estaba bien y me citarían para consulta normal.

Cuando salí de la enorme mole del hospital, al que siempre había considerado como un enemigo le comenté mis sospechas a mi marido.

-¿Por qué tiene que ser algo malo? ¡Piensa que es algo bueno! ¡Venga ya! ¡Que tú sabes concentrarte en lo bueno sólo! - esas fueron sus palabras de ánimo, y desde ese momento no volví a mencionar el tema.

...Continuará

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