Manifestación de apoyo a Malala en Lahore (Pakistán). Foto: ARIF ALI / AFP. Huffintong Post |
¡POR EL SUEÑO DE MALALA!
Si
decimos el nombre de Malala Yousafzai,
a lo mejor no nos suene de mucho, pero si decimos que ese es el nombre de la
niña pakistaní que se ha enfrentado a los fanáticos talibanes, que prohíbe la asistencia de las niñas a las escuelas, y que fue brutalmente disparada
en la cabeza cuando volvía a su casa del colegio en un autobús, la cosa cambia.
Desde el lunes, está a salvo en un hospital
británico, donde gracias a Dios ya empieza a recuperarse valientemente de sus brutales heridas.
Es un buen hospital, especialistas en tratar heridas de bala, y donde todo el
personal se está desviviendo por ella.
La
noticia, que ha saltado a todos los medios internacionales, no sólo pone de
relevancia la importancia de la educación para nuestros menores, sino que ha
puesto el dedo en la llaga al revelar hasta que punto, el nacimiento y los orígenes de una persona, de dónde viene
y quiénes son sus padres, es lo que más condiciona su futuro, mucho más que el
conocimiento o los méritos que puedan tener.
Malala empezó su lucha con tan sólo 11 años, no
creo que ella llegara a pensar nunca que repercusión tendría este hecho en su
vida, y mucho menos imaginar en la de muchas niñas y niños no sólo en su país,
sino en todo el planeta.
Tanto en Pakistán, su país de origen, como en
India, Bangladesh, Afganistán y todo Occidente, la valentía de Malala está
inspirando un verdadero rechazo hacia los talibanes, y se ha convertido en una
verdadera heroína para millones de niños, y una hija adoptiva para millones de
padres.
Existen en la actualidad 32 millones de niñas
como Malala, que viven excluidas de la escuela, muchas, como ella,
discriminadas por su sexo. Millones más reciben una educación inferior a la de
los varones, lo que lleva a la conclusión, según las cifras que harán públicas la UNESCO. que en el mundo se
les niega el derecho a la escuela a unos 61 millones de niños, lo que hace que
las oportunidades de inclusión en el mercado laboral a través de la educación
sigan siendo una promesa vacía. Muchos millones de niños y niñas, descartados
ya a los cinco o seis años, no podrán superar nunca la enorme brecha que existe
entre lo que son y lo que podrían llegar a ser.
Hace ya muchos años, tantos como los que han
pasado desde 1985, tuve la oportunidad de trabajar en algunos proyectos
educativos allá en la lejana Micronesia, organizados dentro del PNUD, o lo que
es lo mismo, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y puedo
asegurarles, que la simple llegada de los profesores voluntarios a aquellas remotas islas,
y la culminación de la fabricación de las aulas para que los jóvenes pudieran
estudiar, eran el mayor motivo de júbilo
y celebración de todos aquellos nativos perdidos en aquellas remotas islas de
Kiribati, no digamos cuando culminábamos algunos de los cursos de Tecnología
Alternativa, que era la materia a la que yo me dedicaba, aquel simple trozo de
papel que era el premio a la asistencia continuada y al aprendizaje tanto del
idioma inglés, como de nuevas alternativas de vida, se convertía en el mayor tesoro
de cualquiera de ellos.
Cuando
creamos el concepto de las primeras guarderías infantiles en las alejadas
aldeas de las islas exteriores, en las que se impartían clases a los más
pequeños, alegraba el alma ver con que entusiasmo y con que alegría se incorporaban
aquellos niños a sus clases, nunca tuve ningún problema con lloros o no querer
quedarse, todo lo contrario, algunos no querían marcharse.
Para
todos estos niños, como Malala, el concepto de la educación abarca muchas más
cosas que en nuestra sociedad, para ellos es un paso más hacia adelante dentro
de sus estructuras sociales, un logro no sólo personal, sino para toda la
comunidad.
Desde
el Pacífico, pasando por Asia y culminando en África, no hay nada más
importante que poder conseguir una buena educación para sus hijos, y mientras
que aquí, en Occidente, podemos gastarnos hasta 100.000 dólares para educar a
nuestros hijos, al menos hasta los 16 años, el mundo no invierte más que 400
dólares -250 veces menos- para escolarizar a un niño africano, por ejemplo.
La educación es la mejor arma para combatir los dogmas
extremistas, y el mejor antídoto contra las doctrinas del odio con las que los
talibanes hacen proselitismo entre la juventud mundial, digamos que invertir en
la educación haría de nuestro mundo un lugar más seguro, y sería lo único que
podría romper el ciclo de miseria no sólo de una persona, sino de todo un país.
Yo también creo, como dice Gordon Brown, ex - primer Ministro
británico y actual enviado especial de la ONU para la Educación en el mundo, que estas son suficientes
razones, económicas y morales, como para invertir más de 25 céntimos a la
semana para educar a los niños y niñas más pobres, y en los países más pobres
del mundo.
No
podemos ni debemos seguir tolerando que existan carencias de libros, de aulas y
de maestros, que se sigan explotando laboralmente a los niños, y por supuesto
abolir el matrimonio infantil y la discriminación contra las niñas
especialmente, esta es una iniciativa promulgada dentro del programa Educación
Primero de Naciones Unidas, cuya idea primordial es hacer que todas las
instituciones de la ONU
y el Banco Mundial colaboren para paliar estos obstáculos que impiden una mayor
calidad en la educación.
Unas de las
promesas fundamentales realizadas por los líderes mundiales y reflejadas en los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, fue la de que todos los niños pequeños
estarían en la escuela primaria antes de 2015. Cuando faltan solo tres años
para esa fecha, y ahora que las ayudas a la educación están disminuyendo, no
nos queda más que una oportunidad de dar la vuelta a la situación para cumplir
el plazo.
La educación en el mundo es un tema de
todos, hay que saber emplear mejor los recursos, apoyarlos y coordinarlos con ayudas de los más favorecidos y
voluntarios, y tenemos que conseguir que un día, el sueño de Malala se haga
realidad, conseguir que Todos los niños del mundo tengan una educación.
Las cifras expuestas en este artículo han sido extraídas de un
artículo del Huffington Post escrito por Gordon Brown.
Gordon Brown es el enviado especial de la ONU para la Educación en el Mundo y
el próximo mes visitará Pakistán. La petición que presentará al presidente
Zardari y a Ban Ki-moon, en la que se exige justicia para Malala y educación
para todas las niñas, puede firmarse en www.educationenvoy.org y iammalala.org.
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